jueves, 27 de noviembre de 2014


FESTIVAL DEL MERENGUE
El Festival del Merengue, ahora denominado "del merengue y ritmos caribeños", ha transcurrido nueva vez sin pena y sin gloria. No ha valido que le hayan incorporado otros géneros musicales, lo cual es una verdadera pena.
El problema radica en que se le llama "festival", a la presentación de cuatro o cinco orquestas en una tarima, sin ninguna producción ni relevancia, igual a lo que se hace en las patronales de los pueblos, o el aniversario de cualquier emisora de radio, de esas a las que los artistas y los músicos les actúan de gratis a cambio de promoción de sus discos en  la programación.
El Festival del Merengue verdadero era el de antes...
El que llenaba cada noche el parque Eugenio María de Hostos, y  la Plaza Juan Barón con sus kioscos de exhibición de artesanía y gastronomía, donde nunca faltaban los conjuntos de música típica y los "perico ripiao".
Que no solo se celebraba en el seno del pueblo, sino con espectáculos y actividades en la Concha Acústica  del hotel Embajador, en el área de la piscina del hotel Sheraton, y en todos los demás hoteles turísticos de la capital en la época en que se coordinaba para traer al país a millares de turistas puertorriqueños.
Habían espectáculos de danza en el auditorio de Turismo, donde está ahora el Ministerio de Cultura, así como charlas, talleres, exposiciones sobre el merengue, provocando una efervescencia que se dejaba sentir de uno a otro confín.
Ese sí que era un verdadero festival, pero murió hace tiempo.
Ni siquiera el hecho de haberlo traspasado a una empresa licorista lo ha salvado.
Ese Festival del Merengue murió hace tiempo, y ni siquiera pudo ser resucitado ayer con la celebración del Día del Merengue, que a diferencia del año pasado, también transcurrió, sin pena y sin gloria.

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NIURKA BAEZ,
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